Josefina Vandenbossche Moya

Hija de un brigadista internacional de 32 años de edad, de origen francés, nacido en Lille, y de una chica de 22 años de Mahora, Albacete. Se casan durante la guerra y él se marcha cuando  las Brigadas Internacionales  tienen que salir de España y no volvieron a saber nada más de él, hasta que años después Josefina establece contacto con el Consulado Español en Lille y le comunican que su padre falleció en 1945 ó 1946.

Fecha de entrevista: 18/02/2020

Comarca: La Manchuela
Municipio: Mahora
Provincia: Albacete
Pais: España
Año Nacimiento: 1939
Género: MUJER
Entrevistadora: Ester Pérez

P: ¿Cuál es su nombre? ¿dónde nació y su fecha de nacimiento?

JVM: Mi nombre es Josefa Vandenbossche Moya. La fecha de mi nacimiento es el día 11 de marzo de 1938. Nací en Mahora a las 9’00 h. de la noche.

P: ¿Cómo se conocieron sus padres?

JVM: Mi madre estaba sirviendo en Valencia y llegaron las fiestas de Agosto y como estaban en guerra, vinieron al pueblo. Estaban allí los internacionales y uno de ellos era mi padre, se enamoró de ella y le pidió matrimonio, y como era menor de edad, mis abuelos le tuvieron que dar su consentimiento. Se casaron en el juzgado en 1937.

P: ¿Su padre de dónde era?

JVM: Mi padre era de Lille en Francia. Se casaron por el juzgado y se fueron a vivir con mis abuelos, que vivían en la calle del Pozo, antiguamente le llamaban calle del Pozo, ahora se llama calle Hermano Juan. Allí nací yo.
Yo no conocí a mi padre porque ellos se fueron a Francia con la retirada de voluntarios. Mi madre no se pudo ir porque tenía los pechos malos y mi abuelo no dejó que ella se fuera.

Mi madre vivía con mis abuelos y allí estaba yo.
Allí fue cuando se conocieron, en Mahora.

P: ¿Pero usted no conoció a su padre?

JVM: Yo no lo conocí. Mi madre durante tiempo me fue explicando. A mí me gustaba mucho escuchar lo que decía. La historia que voy a explicar es lo que ella contaba. Estábamos siempre con mis abuelos.
A mis abuelos los quería mucho mi padre. Él ganaba su jornal y el dinero se lo entregaba a mis abuelos. Él decía que a los viejos no había que mirarlos de mala manera ni a los niños, había que quererlos. Mi madre decía que no le faltó de nada en tiempo de guerra mientras él estuvo con ella.

Después él se fue. Se estuvieron escribiendo cartas. A él se las leía un intérprete, allí en Francia y a mi madre se las leía una tal Mercedes de Mahora, era estanquera y sabía francés.

De la noche a la mañana dejó de escribir y mi madre ya no volvió a saber nada más.

P: ¿Cuándo fue la primera vez que usted preguntó a su madre por su padre? ¿Qué le explicó?

JVM: Yo no preguntaba porque entonces no había la confianza que hay ahora, no llegué a preguntar. Para mí, mis abuelos como si hubieran sido mis padres. Me acostaba con ellos. Vivía con siete tías que tenía. Ellos eran ocho mujeres y un hombre. Yo fui la primera nieta que hubo en familia así que estaba como quería y no lo echaba de menos.

A los cuatro años se casó mi madre. Mi madre no lo sabía, nunca lo dijo y mis tías tampoco. En casa de mis abuelos éramos una “piña”, éramos una familia todos, mis abuelos y mis tías, eran siete mujeres, y un varón con mi madre, en total ocho y estaban todas  muy unidas.

Lo que reflejaba la partida de defunción de mi padre era que estaba separado y que tenía un hijo que se llamaba Pierre (qué significa Pedro), llamamos por teléfono.
Mi marido murió el 17 de marzo y mi padre murió el 1 de mayo.

Hablamos con la segunda mujer que tuvo, ella tenía hijas, pero con él no tuvo hijos. Y ya no hemos sabido nada más. Mi familia no sabía nada.

Cuando solicitamos la partida de defunción, por si había algún otro heredero, nos enteramos que mi padre estaba separado. Mi padre tenía 32 o 33 años y mi madre 22. Mi madre nunca lo supo porque nunca jamás me dijo “tu padre estaba separado y me casé con él”, ni me lo dijo mi madre, ni mis tías, nadie. Se lo pregunté a dos tías que vivían todavía, una no está bien. Le pregunté a mi tía Alicia antes de morir y dijo “no sabemos nada de esto” de las cosas que me mandaron escritas.

Tuve en mis manos la carta, la estuve buscando pero no la encuentro, luego igual aparece. Me la mandaron al Ayuntamiento y uno que se llamaba Marcial me la estuvo leyendo. Me la mandaron en español y en francés.

P: Cuándo usted habló con la esposa, ¿hablaron de si él le había contado algo?

JVM: No. Había una chica que sabía francés y habló ella en francés y ella nos lo transmitía a nosotros, la que habló fue ella.

Quería interesarse por Pedro. Dio los apellidos y todos los datos y nos dijo que había fallecido el 1 de mayo del mismo año que murió mi marido, y ya no hemos hecho más indagaciones.

Mi Elvira se va a quedar con ganas de llevarme allí, a mi si me gustaría. Hace poco vi en internet el pueblo y sus calles.

P: ¿No le gustaría conocer a los hijos, familiares?

JVM: Si claro. Si tuviera un familiar me gustaría conocerlo. Saber que tengo allí otra familia, hermanos o primos. Sé que mi padre tenía un hermano, y mi abuela. Mi madre que tenía una foto de mi abuela decía muchas veces: “eres igual que tu padre y tu abuela.”, decía que tenía la misma cara que mi padre cuando se casaron y la gente que lo conoció me decía: “te pareces muchísimo a tu padre”.

P: Cuando perdieron el contacto, ¿su madre intentó encontrar a su padre?

JVM: No. Cuando eso sucedió mi madre ya estaba juntada con el hombre que posteriormente sería su marido. No estaba casada, pero estaban juntos. Se casaron mucho después, me acuerdo yo. Cuando se casó ya tenía a mis dos hermanos, los que me siguen a mí. Uno ya falleció, el mayor, yo le llevaba cuatro años. Somos hermanos de madre.
Me criaron y mi madre me recogió a los 16 años, porque era la mayor y le hacía falta para trabajar y para todo.

P: Nos ha traído usted aquí unas fotografías. ¿Quiénes están en esta fotografía?

JVM: (Foto 1). Este es mi padre (señalándolo) y estos son compañeros de él. Este señor estaba casado también con otra señora de Mahora.

P: ¿También era brigadista?

JVM: Sí
Este nene era sobrino de la mujer de este señor. Él era el jefe de todos.
(Foto 2). Este es mi padre (señalándolo) con todos sus compañeros.
(Foto 3). Esta es mi madre en el momento en que se conocieron y cuando se iban a casar.
(Foto 4). Esta soy yo, con un mes, quizás algo más.
(Foto 5). Este es mi padre, vestido de paisano.

P: ¿Y estas fotografías como las ha conseguido usted?

JVM: Las tenía mi madre. Y aún faltan más. Tenía hasta una fotografía de mi abuela,  estaban en casa de mis abuelos, pero han desaparecido y no la puedo localizar. Alguien la tendrá pero no la tengo.

P: ¿Todas estas fotografías se realizaron en Mahora?

P: ¿Qué rango tenía su padre en las Brigadas Internacionales?

JVM: Mi padre era capitán de las Brigadas Internacionales, era el Jefe de todos los voluntarios que vinieron. En la casa grande que la llamaban la “Casa de Abajo”, formaron un equipo y allí trabajaban. Unos eran dentistas, otros practicantes y él era el jefe de toda la patrulla que se quedó en Mahora.

P: ¿Cuándo se enteró usted de que su padre era brigadista?

JVM: Por mi madre que siempre repetía: “como mi francés no he tenido a ninguno”, “nadie me ha querido como mi francés”.

El segundo marido de mi madre tenía muy mal genio, muy fuerte, y no la trataba como la trató mi padre durante el tiempo que estuvieron juntos.

Ellos se retiraron en 1939, y mi madre hablaba muy bien de ellos, decía que  eran muy buenas personas. Mi madre decía que no le faltó de nada en aquella época, después hubo mucha necesidad.

P: ¿Qué recuerdos tenía la gente del pueblo de los brigadistas?

JVM: Que eran muy buenas personas. Allí hubo otros que también se casaron con otras mujeres de Mahora. Había uno de ellos, el de María “La del rojo” que no era francés, me parece que era alemán, pero no eran del mismo lugar.
Allí quedamos 5 hijos de brigadistas, todos los demás se fueron.

P: ¿Alguna de las otras mujeres continuaron teniendo relación con ellos, aunque solo fuera por correspondencia?, ¿supieron algo?

JVM: Una de ellas, llamada Albertina que a su madre la llamaban Teresa de “Garrapa” su padre era practicante. Dicen que era alto y muy guapo. Albertina conoció a su padre en Francia después, cuando se iba a casar, cuando tenía unos 18-20 años. Indagó, preguntó sobre su padre y allí lo conoció.

P: ¿Cuáles fueron las últimas noticias que su madre tuvo de su padre?

JVM: De la noche a la mañana mi madre dejó de recibir cartas. Ella le escribió, pero no le contestaron.

P: ¿Pero lo último que supo qué fue?, ¿qué estaba en Francia?

JVM: Sí, que estaba en Francia.

Mi madre suponía que mi padre desde allí se fue a la Segunda Guerra Mundial, Mi padre tuvo que morir entre 1945 y 1946.

Primero murió mi madre y a los tres años murió mi padre “señor”, murió en mi casa. Hicieron que pidiera una partida de defunción en Francia por si hubiera otro heredero.
Mi padre “señor” también estaba casado de segundas, pero como la mujer murió en guerra y el hijo también que tuvieron, así que en este aspecto no hubo nada que hacer.
Yo llamé al consulado de Lille, me atendieron en español. Di mis datos, apellidos, años que tenía, y comenté todo lo que te estoy contando. Me dijeron que no me preocupara, que me contestarían. Me mandaron una carta con la partida de defunción donde había fallecido entre 1945 y 1946, y a partir de ahí ya no he vuelto a saber nada más.
Luego escribimos nosotros una carta que me la escribió una chica que sabía escribir francés, que mandé certificada al consulado pero todavía no me han contestado.

P: El equipo de brigadistas que estaba en Mahora, ¿era un equipo médico?, ¿qué hacían?

JVM: Sí. Tenían un hospital en la casa de Don Luis Navarro que era un médico de Albacete. Allí había médicos, enfermeros, practicantes. Sí, tenían algo parecido a un hospital. Estaba en la carretera, en la casa de Don Luis, y la vivienda estaba en la casa de abajo.
A la gente de Mahora le daban faena para que trabajaran y ganaran. Miraban por el pueblo. Si la gente enfermaba iban allí porque no había otra cosa. Se portaron muy bien. Mi madre decía que eran muy humanos, decían que a los niños y mayores se les tenía que querer y tratarlos como personas. Comentaba que sentían pasión por la gente y que se portaron muy bien con la gente de allí.

P: ¿Ha comentado también que le daba trabajo a la gente del pueblo?

JVM: Sí, sí. A dos personas de Mahora mi padre les dio faena en la casa grande que da a la casa de abajo, ahora está dividida en viviendas, pero antes era la casa grande de los marqueses y allí tenían la residencia y allí daban trabajo a la gente de Mahora.

P: ¿Venía mucha gente de fuera al hospital para ser atendidos por ellos?

No. Solamente los heridos y los que necesitaban algo. No había medicinas, ni café, ni azúcar, pero a mi madre eso no le faltaba porque se lo llevaba mi padre y mi madre luego lo repartía entre la gente que necesitaba.

P: ¿Cómo se vivió allí la Guerra Civil?

JVM: Muy mal. Por lo que contaba mi madre muy mal. Tenían que guardarse y salir lo menos posible, pues como una guerra como contaba mi madre.

P: ¿Pasaron hambre ustedes?

JVM: Yo no llegué a pasar hambre, pero tuve que ir a pedir solamente pan a tres casas para mis hermanos. Me daban los panes enteros. Cuando iba, no tenía que decir a lo que iba porque yo no pedía más que eso. Mi madre mataba dos gorrinos y con eso pasábamos el invierno, y compraba un saco de patatas o lo que fuera y con eso salíamos adelante.

P: Cuando terminó la guerra, ¿ustedes sufrieron algún tipo de represalia por haber estado vinculados a los brigadistas?

JVM: No, nunca. Ni mis abuelos, ni mi familia.

P: ¿Cómo se desarrolló su vida después de la guerra?

JVM: Cuando terminó la guerra mi madre estaba con mis abuelos. Eran pastores y tenían una carnicería en la misma calle donde nací yo. Mi madre trabajó hasta que se juntó con mi padre “señor” y se fueron a otro lugar.
Yo me quedé con mis abuelos porque era la favorita (entre sonrisas).

Yo iba al campo, empezaba con la escarda, más tarde esforgar, más tarde a coger lentejas, luego a despampanar, luego a espigar. Llegaban las fiestas y esperábamos la vendimia, después la rosa y finalmente los mataeros. Ya, en todo el invierno ya no salía a ningún sitio.

Más tarde me enseñé a coser pantalones, sujetadores y fajas y me dediqué a coser. Me daban trabajo de un taller.

P: ¿Trabajaba usted en casa?

JVM: Sí, trabajaba en casa, pero he trabajado más en el campo que en casa.

P: ¿Hasta qué edad estuvo usted trabajando en el campo?

JVM: Hasta que me casé a los 27 años. En el momento que me casé ya no fui más al campo salvo dos o tres veces a vendimiar por capricho. No tenía grandeza, pero no me faltaba. Mi marido era maestro albañil, y aunque no teníamos para derrochar, pero te sujetabas llevando un control y salíamos adelante. Casa propia no tenía, vivía en una casa de alquiler.

Cuando mi madre murió, como yo sabía matar corderos, sabía cómo funcionaba la carnicería y sabía hacer churros, mis propios hermanos me aconsejaron que siguiera con la carnicería que llevaba mi madre.
Estuve seis meses pensándolo y así que hice el ánimo, me quedé con la carnicería de mi madre, la reformé, y en la casa de mi madre que ahora es mía, me quedé la parte de mis hermanos que les pagué y he hecho allí la carnicería, mi propio matadero, mataba mis corderos y después hacía los churros los domingos y fiestas de Agosto.

P: ¿Así que compaginaba las dos cosas; la carnicería con la churrería?, ¿Y su madre también tenía los dos negocios?

JVM: Sí igual, ella fue la que me enseñó.
Como yo era la mayor, pues todo venía a mí: “Fina hay que hacer esto”, “Fina hay que hacer lo otro”, “Fina te estoy esperando”. Matábamos seis o siete gorrinos, hacíamos embutido e íbamos a Valencia a venderlo. Unas veces iba ella y otras veces iba yo.

P: ¿Se hablaba de política en su casa?

JVM: Siendo yo pequeña no, porque mi padre señor,  segundo marido de mi madre, era de izquierdas, muy político y fue alcalde en tiempo de guerra allí en Mahora y solían hablar alguna vez que otra.

P: ¿Alcalde republicano? ¿en la época de la República?

JVM:  Él en Mahora libró muchas cosas, como era alcalde. Cuando iban a un bar a robar, a llevarse todo lo que querían llevarse, él ponía paz y libraba muchas cosas. Él era de izquierdas, pero cada uno…
De política se hablaba muy poco.

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