Tomás Arnedo Gil

Natural de Alpera. Licenciado en Derecho, se ha dedicado profesionalmente a la agricultura. Fue juez de paz y presidente de la Cámara Agraria.

Fecha de entrevista: 03/02/2015

Comarca: Corredor de Almansa y Monte Ibérico
Municipio: Alpera
Año Nacimiento: 1933
Año Fallecimiento: 2021
Género: HOMBRE
Entrevistadora: Ester Pérez González

¿Dónde nació usted y de dónde eran sus padres?

Mi familia era de Alpera, pero cuando mi madre se puso casi de parto coincidió con una cacería célebre y el doctor de Alpera,  al que le gustaba mucho la caza y además era familia de mi madre, le dijo: Si quieres estar bien asistida vete a la aldea y allí te atiendo a ti y a las perdices.

En Alpera tuvimos al número uno de la Facultad de Medicina de Madrid. Le decían: “Perico pero tú cómo te vas a Alpera, un pueblo tan pequeño, siendo el número uno en Madrid”. Pero le gustaba la agricultura, la caza, el pueblo… Yo nací en la aldea por eso.

Y viví tres o cuatro años en la aldea porque durante la guerra mi padre y mis tíos  estuvieron luchando en Aranjuez, Cercedilla… y  yo me quedé con mi madre y mi abuelo allí. Mi abuelo era un hombre muy formado. Yo con cuatro o cinco años sabía dividir por cuatro y cinco cifras. Luego, cuando terminó la guerra nos fuimos al pueblo.  En la aldea se vivía mejor porque había más alimentos, se cazaba, se estaba más en contacto con la naturaleza...

Ya en el pueblo conocí ese transbordo de la postguerra en el que hubo muchas necesidades porque estaban las cartillas de racionamiento, y el que no tenía cartilla, no tenía ni para pan. Pero se mantenía la costumbre de tener  animales en las casas. Por eso en los pueblos, verdaderamente, no se pasó hambre porque vivían de lo que tenían, y afortunadamente, tenían.

¿Fue usted a la escuela?

No fui a la escuela en la guerra pero  me enseñó todo mi abuelo, prácticamente todo lo fundamental: leer, escribir y las reglas. Porque había maestros rurales pero sin titulación ninguna, luego esos maestros fueron poco a poco sustituyéndose.

En esa época sí había distinción entre chicos y chicas. A lo mejor íbamos   30 chicos y 10 chicas. Pero Alpera ha tenido mucha suerte y ha sido de los mejores pueblos en educación. Cuando ya progresamos de edad, tuvimos la suerte de tener un profesor  maravilloso porque era un número uno de Derecho y estaba muy necesitado porque lo habían sacado de la cárcel hacía cuatro días.

Entonces, un alperino que era notario y compañero de él se lo llevó al pueblo y allí fundó una academia a la que fue casi todo el pueblo. En el aspecto universitario Alpera ha sido un pueblo privilegiado porque ha tenido 10 abogados, 20 médicos, notarios...  Gracias a la escuela que fundó Don Virgino Sánchez Lorenzo estudiamos hasta 2º o 3º de Bachiller porque después salió una orden de que en los pueblos no se podía estudiar más si no había una academia oficial y entonces como la suya no era oficial nos tuvimos que venir a la que él nos recomendó a la Academia Don Camilo.

¿Sus padres tenían claro que usted tenía que estudiar?

Mis padres aunque no hubieran tenido dinero me hubieran hecho estudiar. En Alpera muchos de los que estudiaban no lo hacían porque fueran pudientes, sino porque había mucha afición a la enseñanza y a la cultura.

Cuando veníamos a examinarnos en el Changai, que era un tren muy típico y muy célebre, veníamos 15 ó 20 de Montealegre, 15 ó  20 de Alpera y 8 ó 9 de Almansa. No porque en Almansa hubiera más dinero y viajaran en coche, sino porque allí había industria y se metían en la industria. En los pueblos agrícolas, la gente que estaba menos formada aspiraba a que sus hijos superaran a la familia y por eso en Alpera aunque no fueran pudientes estudiaban.

¿Cómo se ganaba la vida la gente? ¿Había alguna actividad concreta que sustentara la economía?

Alpera siempre ha sido un pueblo que no ha tenido penurias porque la riqueza más importante de Alpera es la riqueza más importante de la región, que es el viñedo. Pero el viñedo en Alpera es una cosa especial. No es lo mismo tener una viña en Montealegre o en Tarazona o en Villamalea. El viñedo de Alpera y de Higueruela es un viñedo de uva tintorera. Es tinto y eso es una ventaja. Porque en el vino de mucha calidad el color es fundamental;  cuando te ofrecen una copa de vino lo primero que se aprecia es el color en la copa.

Cuando a mí me hicieron presidente de la cooperativa,  yo vendía la uva  porque en Rioja, en Portugal e incluso en la Ribera del Duero, en sitios de categoría, tenían que venir a Alpera y a Higueruela para darle un color especial a sus vinos.

Y además del viñedo, ¿había alguna otra actividad? ¿Había industria?

En Alpera había dos clases de industria que también mantenían a mucha gente. Por ejemplo, las célebres fraguas que traducían el hierro y hacían ruedas de carros, remolques…ahora hacen hasta calefacciones porque siguen existiendo. Había en otros sitios, pero ya han desparecido. Pero en Alpera aún están. Entonces eran manuales porque se empleaba un martillete mecánico y los brazos de los hombres. Así se hacían las rejas que se ponían en los aperos y se utilizaban para las labranzas; hacían tenazas para las mujeres... Era una industria casera, pero muy próspera y había por lo menos ocho fraguas. Luego se han ido modernizando y hacen de todo. Y cada fragua se han mecanizado y hacen de todo, y cada una cuenta con 8 ó 10 operarios, y claro, eso son puestos de trabajo fijo.

Pero había otra industria aún más importante que era la de los molinos de agua. Había lo menos siete molinos de agua que  transformaban los cereales en harina. En otros pueblos no había porque no tenían tanta agua. En Alpera había muchísima agua que venía por el cauce y como tenía muchos metros de longitud la caída del agua caía con la fuerza suficiente como para poder mover las piedras del molino. Existen desde la época romana. Y transformaban los cereales de toda la comarca, venían de muchos pueblos a moler.

Había otra industria también muy importante que era la fabricación de hielo. En Alpera se fabricaba hielo para toda la provincia de Albacete y también para el Levante. Había pozos de nieve gigante y producían hielo. Ahora enchufas el frigorífico y tienes hielo pero entonces el hielo había que comprarlo y ese hielo se producía en Alpera.

El procedimiento era el siguiente: Como en Alpera hacía tanto frío pues durante la noche se echaba agua en las parcelas que eran como eras,  y éso, al día siguiente se había convertido en placas de cuatro dedos de hielo. Ese hielo se echaba en los pozos de la nieve y se iban haciendo capas. Se echaba una capa de hielo y otra de paja, y así sucesivamente. Luego salían de allí cientos y miles de carros de hielo, sobre todo para el Levante. Actualmente se conserva uno de ellos íntegro.

¿En qué momento la gente comenzó a emigrar y a irse del pueblo?

En Alpera había nueve o diez bodegas muy bien preparadas para transformar la uva en vino.  no sé si porque se vendía menos  o porque no se exportaba el sector entró en crisis y empezó a disminuir el número de bodegas en explotación. En su mejor momento Alpera llegó a producir hasta seis o siete millones de kilos de uva. Pero después aquello empezó a ir de mal en peor,  y menos mal que 15 ó  20 emprendedores se juntaron e hicieron una cooperativa.

La cooperativa funcionaba y para la producción que había marchaba, pero eso no era suficiente para dar de comer al pueblo. Recuerdo que cuando me nombraron  presidente de la Cámara Agraria vinieron los sindicatos de UGT y CCOO a decirme que la Cámara Agraria establecía el precio de los vendimiadores. Y entonces –esto creo que fue lo mejor que hice por mi pueblo- empecé a llamar a los pueblos vecinos a preguntar cuántos kilos de uva producían. Y me llevé una sorpresa porque por ejemplo Montealegre, que siempre había producido  diez veces menos que Alpera, ese año tenían más. Y entonces me di cuenta de que los pueblos de alrededor estaban sacando mucho más partido a sus viñedos  a pesar de que nuestra uva era mejor. Cuál era el problema, pues que la gente en Alpera había emigrado, un poco por vagancia, un poco por descuido…porque la viña suponía mucho trabajo.

Y entonces  llamé a los de los sindicatos y les dije: ¿No creéis que lo importante es decirle al pueblo que lo que tiene que hacer la gente es volver a poner viñas porque esto es una calamidad,  y sin embargo, en otros sitios les da para vivir?  ¡Y menos mal que me hicieron caso! 

Total, que convoqué una junta para explicar que al pueblo había que ayudarle porque Alpera, que siempre había sido referente, se había quedado por detrás de otros pueblos con menos tradición vinícola que nosotros. Con lo cual, a todo el que pasaba por allí le decíamos que había que poner viñas. Y así fue como en los últimos cinco años que estuve presidiendo la cámara agraria, la producción de uva del pueblo pasó de los 800.000 kilos a los 10 millones de kilos,  y eso provocó que fue fuera necesario fundar una cooperativa fuerte.

¿Cómo son los alperinos?

El carácter los alperinos es más festero que trabajador. Es jovial. Hombre…en todos los pueblos hay excepciones, pero Alpera no es de los pueblos trabajadores de la provincia. Como ejemplo de pueblo trabajador de la provincia yo pondría Montealegre, Higueruela…pero Alpera no. En Alpera están trabajando pero el bar no lo pierden. Fíjate que tiene 24 pubs o discotecas.

Además, en verano tiene un clima excepcional porque tiene altura y allí no hace calor. Tenemos dos o tres parques y rutas para hacer senderismo. En verano es un pueblo muy acogedor.

Hábleme de las tradiciones, de lo que  se ha perdido y de lo que se conserva aún

Como Alpera es un pueblo muy folklórico en ese sentido se ha perdido poco. Como allí no había Jueves Lardero porque no lo conocían, pues se celebraba San Marcos con un día campero extraordinario y  luego siempre se acababa la fiesta en Alpera.

También San Antón sigue siendo una fiesta y se hace una hoguera gigante y las carretillas hierven. Los almanseños van como locos a verlo. Allí todo el mundo va con un saco de carretillas. Las mujeres ahora que son muy valientes también salen.

Las fiestas locales y religiosas también tienen cierta importancia. Allí tenemos un lignum crucis que es el único en Castilla-La Mancha. Nos lo regaló Don Juan de Austria después de la batalla de Lepanto.El Papa se lo regaló a Juan de Austria. En España hay otros: Uno en Santo Toribio en Oviedo, y otr en Murcia, pero tuvieron la desgracia de que se lo robaron. El de Alpera se conservó porque aunque cuando llegaron lo del movimiento dijeron  que había que quemar la cruz, y  el alcalde, que no era de derechas, les dijo: "Mirad, primero os vamos a quemar a vosotros y luego, si nos quedan fuerzas, quemamos el Lignum crucis, y los de Almansa se fueron". El lignum crucis con independencia de que haya gobernado la izquierda o la derecha siempre se ha mantenido a salvo.

¿Qué es lo que le hizo regresar a Alpera después de haber estudiado Derecho en Madrid?

Estuve en Madrid haciendo oposiciones a abogado de Estado. Y llegué incluso a hacer silla, aguanté hora y media en el tribunal. Pero se puso mi padre enfermo y como la finca tenía cierta categoría como para poder vivir de ella me volví. Y una vez en Alpera pues ya me desambienté un poco. 

Usted luego ejerció de juez de paz, ¿cómo recuerda su labor durante esa etapa?

¡No os imagináis la labor que hice como juez de paz porque me dio por defender a todo mi pueblo! Me di cuenta de que donde podía hacer cosas por mi pueblo era en el acto de conciliación. Los iba citando y mi estrategia consistía en  quitar méritos al que llevaba razón, y al otro le decía: "pero si eres una animal, si le has abierto un ventanal en frente de su patio". Y así, conseguía ponerles de acuerdo.

¿Por qué se producían los litigios en los pueblos?

En los pueblos principalmente había dos tipos de litigio. Los urbanos, aunque estos se producían más en las ciudades. Al que se le ocurría abrir por ejemplo una ventana en un patio de vecinos, pues no llevaba razón. O el que hacía una medianera y se desviaba de la recta, pues tampoco. Casi todo eran cosas de medianerías, particiones, herencias…Hasta tuve algo de acoso sexual que lo resolví yo pero en plan humanitario no como abogado. Llamaba al cura y entre los dos lo resolvíamos. ¡Estuve diez años y no hubo más que un juicio de uno que se fue a Almansa!
Pero en los pueblos sobre todo había más disputas por temas agrícolas, la mayoría porque no se respetaban los límites de los bancales y se labraba o se sembraba invadiendo el terreno del vecino sin respetar las distancias que establecía la ley.

¿Dejó secuelas la guerra civil en el pueblo? ¿Alteró de alguna manera las relaciones entre losvecinos y vecinas?

Alpera en ese aspecto tuvo suerte, aunque también hubo muertos. En Alpera fusilaron a cuatro o cinco individuos por unas denuncias, pero eso fue en el frente. En el pueblo la cosa fue pacífica porque los alcaldes del pueblo aunque eran de izquierdas fueron  muy buenas personas y velaban igualmente por la gente de derechas como por la gente de izquierdas. Por eso no hubo fusilamientos en el pueblo.

¿Cuál es en su opinión el cambio más importante que se ha producido?

Para mí lo fundamental es que la mujer ahora tiene una preponderancia y una actividad loca. Más que los hombres, aunque  las faenas en el campo las sigan haciendo los hombres. ¡Pero hay mujeres hasta con fincas! Ellas ya no se conforman con estar casadas, sino que hacen sus actividades: van a la Iglesia, hacen senderismo…

Y en el aspecto gastronómico ¿hay algo típico en Alpera?

El rollo con huevo. Eso que probáis aquí con la mona., eso os engañan Si probáis un rollo con huevo. Están dos días trabajando y dejando reposar la masa…El día de Santa Cruz. Y luego se hacen unos minúsculos para el día de la procesión cuando se llevael Lignum Crucis al campo para bendecirlos.

Me ha comentado antes que había un pregonero, una figura que ya ha desparecido pero que hacía su papel

Eso sí que era estupendo porque iba por allí con su turuta y  todo el mundo se enteraba. Mucho más práctico que actualmente la megafonía porque nada más que pase un coche no te enteras y hay que preguntarle al vecino qué bando han echado. Es una de las instituciones que estuvo hasta mucho después de la guerra. Uno se enteraba de todas las noticias y era una cosa muy práctica. Era tan bueno como un periódico.

¿Mejor que internet?

Internet los viejos no lo escuchamos. Yo tengo un móvil en un cajón; eso te marea. Reconozco que la gente que tiene un negocio, una industria… tiene que utilizarlo, pero la gente mayor lo lleva casi siempre apagado.Y ojalá la gente tuviera menos móviles porque a efectos formativo es muy malo. Yo veo a mis nietos y les hacen estudiar a la fuerza porque lo que les gusta es el móvil, la consola… Yo creo que eso se tenía que regular. La gente joven no debería de tener móvil porque es contraproducente. Se enteran de cosas que no se tenían que enterar, están distraídos, no estudian…

Si pudiera dar un consejo a los jóvenes de hoy en día, qué les diría?

Que no se preocuparan de crisis ni de narices y que trabajaran. Que el que trabaja siempre sale  adelante. Si no hay trabajo, que se lo inventen ellos o lo busquen. España no es un país tan pobre como para que haya seis millones de parados, los hay entre otras cosas porque hay mucha economía sumergida. Porque España es una nación civilizada y culta y tiene muchas salidas y lo que hay que hacer es agarrarse a ella.

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