Juan Rubio Puertas

Nació en Montalvos  y se crió en una familia de diez hermanos que vivían de la agricultura. Fue poco a la escuela porque estalló la guerra cuando tenía 10 años, pero  en su familia siempre se potenció la lectura, su hermana Pilar escribía teatro y su hermano Rodrigo ganó varios premios literarios, entre otros, el Premio Planeta en 1965.

En los años 50 emigra a Valencia pero nunca olvidó Montalvos dónde fue muy feliz:
“En Moltalvos eramos todos una familia, era un pueblo pequeño en el que nadie se quedaba sin comer si otro tenía comida”

Fecha de entrevista: 20/11/2015

Comarca: La Mancha
Municipio: Montalvos
Provincia: Albacete
Pais: España
Año Nacimiento: 1926
Entrevistadora: Ana Fe Serra Martínez

Buenos días Juan

Buenos días

Díganos por favor su nombre, sus apellidos y dónde nació

Juan Rubio Puertas, nací en Montalvos, en la calle Juan Rubio, número siete, provincia de Albacete.

¿Su fecha de nacimiento Juan?

El día cinco de mayo, el cinco del cinco del veintiséis

 ¿Y de dónde eran sus padres?

Mi madre era de La Roda  y mi padre de Montalvos

¿Y a qué se dedicaban?

Al campo

¿Trabajaban los dos?

No.Había viñas, azafrán, trigo y cebada.

¿Eso era lo que había?

Yo cogí la edad más mala porque tenía diez años cuando empezó la guerra. Hemos sido diez hermanos, uno ya murió en la guerra de África, que por eso hay calle de Juan Rubio no por mí, sino por el hermano que murió en la guerra de África. Entonces cuando yo nací me hablaban tan bien mis  padres  de él,  para ser un hombre de bien, recuerdo que me pusieron Juan dice que era una persona para copiar de él, ayudaba a mi madre porque somos hermanos de dos madres, mi padre se quedó viudo y se casó con mi madre y ya tenía cinco hijos mi padre cuando mi madre se casó, que fue una heroína y otros cinco nacimos. La primera hermana de parte de mi madre, el talento más grande que puede haber nacido, se nos fue con treinta y nueve años, escribía obras de teatro, aquella escribía y nos hacia escribir. Como le voy a decir yo como ha sido la vida nuestra, como en los pueblos no había televisión y éramos muchos hermanos y dinero en metálico.... no nos faltaba a lo mejor  comida, pero dinero en metálico hasta que no llegaban las rentas del azafrán o de la uva no cogían metálico. Entonces a mi padre le habían regalado un Quijote que era un tamaño pequeño por una compra de abono. Y dijo en vez de iros al casino a tragar el humo de los cigarros  de los demás porque nosotros no fumábamos ninguno, dice vamos aquí entre toda la familia a leer el Quijote y cada uno leía un capitulo, claro cuando leía mi hermana Pilar, que recitaba como un sol, oye que lea todo Pilar. No, lo que tenéis que hacer es copiar como lee Pilar porque otro hermano mayor que yo era muy tímido y nervioso. Porque yo con él en el campo le hacía que leyera y delante de mi leía muy bien pero luego delante de los hermanos tartamudeaba y yo le digo así no aprenderás nunca,  serénate y  estate tranquilo. Yo entonces tenía quince para catorce años y el tenia dieciocho o diecinueve y yo le decía tu tranquilo que ya verás como leerás bien. Dice es que yo me pongo nervioso porque como lee también Pilar.... Entonces así fuimos empapando la lectura y yo creo que es como  el que come pipas, si empiezas a leer ya no paras de leer. Mi madre no sabía ni leer ni escribir, porque según me contaba mi madre su padre decía que a las hijas no las dejaba ir al colegio  porque con que supieran fregar y remendar que les bastaba. Como podían aguantar tantas humillaciones???? aún se quejan las jóvenes de ahora¡¡¡¡¡¡ Le  hicimos a mi madre que aprendiera a leer y usted se va a poner en el corro y va leer con nosotros. Le gustó tanto aprender a leer que se le olvidó aprender a escribir. ¿Pero sabe por qué? Porque estaba esperando la novela por entregas que la traía el cartero todas las semanas y quería ser la primera en coger el capitulo para leerlo. Es decir, yo me acuerdo claro de eso porque yo estaba en la casa y ella trabajando. Era esa novela que yo creo que se quedó los capítulos en el pueblo y que nunca llegó al final y era literatura barata pero se leía y eso hacía que fuéramos leyendo.

¿Entonces usted fue a la escuela?

Yo fui a la escuela hasta los diez años porque a los diez años vino la guerra y tres años, más de tres años sin colegio.

¿Y sus hermanas iban también a la escuela?

Los hermanos estaban en el frente, que por cierto otro hermano  también quedó en la frontera, es decir, que ha dejado huella en la familia, las guerras. Pero nosotros después de la guerra, teníamos viña, había que podar la viña, había que recoger los sarmientos. Entonces mi padre dice, sintiéndolo mucho, lo tenemos que hacer tú y yo Juanillo, porque esto no se puede perder y tus hermanos están en la guerra y de esto tenemos que comer, entonces yo le decía que esto no se termina nunca, veías la viña tan grande y yo cogiendo los sarmientos.

Bueno vamos a volver a hablar de su infancia. Luego pasaremos a hablar de la guerra pero háblenos de su infancia, de su hermano, de la escuela, de su maestro, de su maestra…

El maestro que tenía, tenía úlcera de estómago, pero yo por suerte o desgracia he estado siempre de los primeros en los bancos,  y tenía muy mal genio porque tenía úlcera de estómago y estaba siempre tomando bicarbonato pero era buena persona.  Aquel tenía obsesión con las faltas de ortografía, hacía dictado y pasabas a revisar, si tenía una falta de ortografía o dos, ponía “pase” y si tenías tres regular y como tuvieras cuatro te ponía “mal” y el que llegara a más le ponía con letra roja muy mal y le tiraba la libreta por los aires, ese era el maestro Don José. Algún chico me decía es que a mí me pone en el último,  te pone el último porque no haces caso cuando dicta, tu apuntas otra cosa porque estás charlando con el de al lado y no te puede poner al lado mío porque yo me fijo. Esa fue mi infancia hasta que vino la guerra.

¿Y a qué jugaban ustedes?

Jugar, jugar, cuando se lo cuento a mis nietos, dicen yayo tú has sido  feliz hasta la infancia. Un tío de José Antonio eran íntimos amigos y vivíamos las casas puerta con puerta y como también eran familia numerosa siempre había alguno de la edad, también su tío Sebastián era amigo mío y el otro Fernando era amigo de Rodrigo Rubio, otra mayor era amiga de mi hermana. Bueno pues teníamos un corral grande, donde teníamos las gavillas de leña y allí en un rincón nos hacíamos nosotros nuestras casas, es decir, como veíamos que las hacían con tapiales, las hacían con tierra con  tapiales. Nosotros las hacíamos de madera e hicimos los tapiales y poníamos el barro y esperábamos que se secara hasta que se hacía. Luego íbamos a la tienda a que nos dieran cartón doblado para hacer las tejas, hacíamos el pozo y poníamos un bote con agua y una garrucha con un carrete de hilo le hacíamos la bomba con un dedal que me había dado mi madre para hacer el pozal, hacíamos como si sacábamos agua y nos hacíamos las galeras, los carros de madera y lo copiamos todo de los mayores y les poníamos las estacas para que cupieran mas y hacíamos haces de la hierba del campo, nos íbamos al campo  para llenar el carro como hacían  haces como los que iban a recoger miel al campo. Jugábamos y me acuerdo que estábamos jugando y decían han venido a quemar los santos a la iglesia y de aquello me acuerdo como si fuera ahora y  entonces había cumplido yo diez años. Y para no perder eso,  le he hecho los mismos juguetes que me hacía yo, se los he hecho a mis nietos y mi hija dice aunque no han roto ningún juguete, esto se va a quedar de recuerdo del yayo. Les he hecho motos, coches, pero se lo he hecho de madera.

Pues entonces ¿tiene usted buen recuerdo de su infancia?

Lo tengo hasta los diez años buenísimo, luego de los diez años empecé a trabajar y cuando se termina la guerra y como habían faltado dos hermanos, además es que en la escuela no admitían  más de doce a catorce años y como allí  no había instituto ya no pasabas a nada, pasabas al campo, pero viene un maestro, por suerte para nosotros, y también se puede decir para él, lo habían desterrado, porque era rojo y entonces los desterraban de sus pueblos, yo reconozco que eso era duro. Y viene el hombre a trabajar en lo que fuera, fuera en el campo o en lo que fuera, un matrimonio con una hija. Entonces le dijo el alcalde, en la casa del cura es la más grande que hay en el pueblo, y el cura no ha regresado, ahora no tenemos cura, y no hay otro sitio, ¿por qué no abres una escuela por la noche? Dinero a lo mejor no le pagan, pero le pueden pagar en especie que a usted le viene muy bien, le llevan aceite, patatas, garbanzos y el que pueda pagar en dinero, yo le diré que pague en dinero. Bueno, pues aquel hombre, no se dio cuenta de lo que hizo en el pueblo de bien, porque nosotros ya sabíamos leer y escribir, pero en matemáticas, llegamos hasta la raíz cuadrada, los quebrados… éramos un grupo de seis o siete, los de la edad mía, luego había tardes que estaba el abuelo, el padre y el nieto, que empezaron haciendo palotes en el cuaderno que tenían las dos rayitas para que no se salieran. Hubo un caso de un chico que aprendió en dos meses a leer y escribir perfectamente, se iba a ir al servicio militar en marzo, y entonces cuando llegó marzo ya sabía leer y escribir perfectamente. Yo digo ¡cuantos talentos se habrán perdido en la miseria del campo! ¡Cuántos talentos!.

¿Y de que se vivía entonces allí?

Pues allí vivíamos de  que teníamos bastantes tierras, cogíamos trigo, cebada, pero claro cebada la mitad la tenias que dar, criabas cerdos, gallinas, tenías huevos, todo eso no lo tenías que comprar, era la ventaja. Primero comprábamos las conservas de tomate, íbamos a la Gineta o a la Roda. Luego ya se hacia el tomate, cuando se hacía con los polvos en unas botella, lo guardaban a hacer la conserva, que entonces ayudábamos toda la familia, faltar no faltaba nada, en todas las casas había un sótano, y ese era el valor más grande de una vivienda. Le voy a contar una anécdota, pero real: plantábamos los tomates, y no le poníamos caña para guiarlos, porque decía mi padre: quiero que se críen pegados a la tierra, se van a comer los grillos bastantes tomates, pero cuando llegue el mes de noviembre vamos a arrancar la mata, la vamos a bajar a la cueva y allí teníamos unas bóvedas hechas que las había hecho un tío mío de ruedas de carro, y en cada uno un gancho ,y colgábamos las matas de tomates allí, todos los tomates que llegaban a la mata de tomate, los que estaban que se veían blancos, esos maduraban, al llegar el mes de enero, bajaba mi hermana con el cesto diciendo “voy a la huerta”  bajaba al sótano y venia con la cesta de tomates, eso ya digo ¡qué valor tenía el sótano!, guardabas el vino, la misma temperatura tenía en invierno que en verano  ¡aquello era lo más grande de cada casa!. De todas esas cosas me acuerdo muy bien.

¿Había comercios, había tiendas en Montalvos?

Había. Las tiendas en Montalvos que tenían también una libreta, los que daban jornales los maridos, se iban apuntando lo de las tiendas, cuando mi marido tenga jornal te lo pagaré, porque entonces había otra desgracia, si venia nieve y venia como temporal de 15 días no daban jornales, mira no lo quiero contar como eso, el tío de José Antonio, venia su abuelo y vivían enfrente, tenía 8 hijos y tenían dos pedacicos de tierra, pero vivían de los jornales, y ponían el alda, sabe usted lo que es el alda, he hecho un diccionario de palabras perdidas y ahí entra el alda. El alda es lo que se forma entre la falda y el delantal, y dice Dolores, no me digas nada, bajaba mi madre y subía con un cesto de patatas y comían, así éramos los vecinos.

¿Ósea que había muy buenas relaciones de vecindad?

Para mí no había nadie, nadie, las puertas abiertas, porque lo primero, las llaves de la puerta de cada casa eran unas llaves de portón así de  grandes, no íbamos a llevar cada uno la llave colgada, entonces se ponía la gatera, se había echado al gato, y luego ya ni gatera, estaba abierto y quien llegara el ultimo... ni se cerraban las puertas, con eso que le diga, que he sido muy feliz en mi pueblo.

¿Había médico?

El médico venia de la Gineta, yo me quemé con cal este ojo, jugando a querer pintar la casa con cal como pintaban los mayores. Llenamos un bote de cal, y como abajo había agua, empezó a fermentar la cal y explotó y me cayó, y aún me quedó en ese ojo un poco. Pero yo me acuerdo de ir a la Gineta al médico que se llamaba Don Tomás, y me curaban con una pomada que tenía que hacer el farmacéutico, que no era como ahora que lo traen del laboratorio, él llamaba la gótica, porque hacían los ungüentos y todo.

¿Y la religión Juan, que papel jugaba la religión en esa época allí en su pueblo?

El cura era como uno más de la familia, dentro del pueblo, era un hombre muy tímido, le llamaban don Apolinar, venia de Cuenca, y su hermana Simona, era de la edad de mis hermanas, y pues bueno, se acogió muy bien, y este hombre, me acuerdo que fumaba caldo de gallina, mezclado con tabaco, y me acuerdo que le daba dos chupadas y lo tiraba, y le digo eso es desperdiciar mucho tabaco y me dice es que aspiro dos veces el humo y ya no aspiro más. De esos detalles me acuerdo.  No sé que paga tendrían entonces, pero se acordó el resto del pueblo de darle una piujada, tu sabes lo que es una piujada, no lo sé, pues es una cosa que se paga al año en trigo, en cebada, en especie, entonces cada uno lo que podía le llevaba una fanega de trigo… y luego cuando llegaba al año me acuerdo que mi hermano Cristino el que murió en la guerra, le cogía el carro y le llevaba a vender el trigo para que tuviera un extraordinario, así se vivía allí.

 (Pilar)Hizo allí un grupo de teatro titulado la Llorona. Siempre recuerdo que los dos personajes de varones si hubieran estudiado arte dramático hubiese sido algo extraordinario, porque hicieron una obra que se llamaba La Hermana San Sulpicio. Mi hermana salía de monja, era guapísima. Salvador Raga, que eran pastores, pero aficionado al teatro, aquel hacia del que se encargaba de la inclusa, de todos los chicos que había, y el chaval que hacía Juan José Olivares, que yo le decía a su hermano, tú no has conocido a tu hermano en todo su estado puro de actor, hacía del chico andaluz de 18 años que le llegaban chicas para que les buscara el novio y salieran del hospicio, entonces le preguntaba, pero es que el teatro cuando era cómico era cómico, pero cuando era drama…¡Como seria la compañía de teatro que todos los años iba a La Roda, a Tarazona, a Fuensanta, a los demás pueblos, así era mi hermana Pilar! Y yo me acuerdo un día que me da una libreta rayada, a mi una hoja, otra a mi hermana mayor que yo y otra a Rodrigo Rubio, y nos dijo, quiero que me escribáis una historia en esta cuartilla, y yo digo de qué, entonces cayó una hoja de la parra al suelo y me dijo ¡mira Juan, mira que historia más bonita, desde que la yema se forma en el sarmiento, hasta que la hoja muere y cae al suelo, fíjate que historia puedes contar de la hoja!

Juan hoy usted ha venido a Albacete, y hemos tenido el gusto de tenerlo  aquí para poder hacerle esta entrevista, porque ha venido al primer Congreso Internacional sobre Rodrigo Rubio, su hermano, entonces a mi me gustaría mucho que usted nos hablara de su hermano ,tanto en la faceta personal como de su obra.

Rodrigo Rubio tenía 7 años, estaba majísimo, era el juguete de la casa entonces, corría por los pasillos y le pusieron una inyección contra el tifus, y bueno nos vacunaron a todos los niños, y el fue ponerle la inyección y empezó a inflamarse todo y se le puso un fenómeno, entonces los médicos no sabían de que era ni nada, pero él no podía andar, se probo con los baños de Tobarra, a comprar sales para darle, nadie daba el por qué, ni como, bueno pues  con la pubertad tuvo una mejoría, porque luego ya..... tengo una foto donde estamos cribando el trigo, yo estoy cribando y él echándome con la media fanega y se ve templado y majo, y fue un espejismo. Cuando yo me fui al servicio militar, fueron mi padre a ver si yo me libraba, pero pasó la revisión y dijeron está bien, tiró el trigo él con sus manos y sembró todos los campos, porque yo me fui en Septiembre y el resto de verano a la vendimia

y yo le decía Rodrigo pero¿ vas a  poder hacerlo?, ¿vas a poder?, y me dijo no te preocupes que lo hago yo, bueno pues lo hizo. Luego nos fuimos a Valencia en el año 52. Mientras tanto estuvimos haciendo el vino, vendimiando y todo, le dolía. Había días que le dolían las caderas, porque las caderas ya empezaron a deformarse a raíz de la inflamación. Se deformaron y tenía sus dolores, pero claro la gente no ha conocido al Rodrigo Rubio nada más que desde que se hizo escritor, pero ha pasado como con Jesucristo, desde que nació hasta los 63 años no sabemos nada de él, pues eso pasaba con Rodrigo Rubio, no sabíamos nada hasta que escribió. Me acuerdo como si fuera ahora mismo, estaba en la Feria, veníamos los días más señalados el diez el doce.... y cuando llego a casa, me dicen tienes carta de tu hermana Pilar, que ya vivía en ella  en Valencia y tenía su negocio, y me dice, Juan dile a padre que esto que os voy a contar es muy serio,  el negocio que tenemos en el mercado, vamos a hacer otra cosa, quisiera que fuera para vosotros tres que quedáis solteros, porque hay que tener en cuenta que sí que hay viñas, tierras pero hay que repartir entre 10, dice, te va a quedar terreno para que trabajes el domingo lo tuyo, y entre semana vayas de jornal, ese es el porvenir que os queda en el pueblo. El día 18 de septiembre fue el primer día que salí a vender en la tienda del mercado y me acuerdo que hice 1200 pesetas de cajón.

¿Cuándo usted se traslada a Valencia, su hermano Rodrigo va también con usted?

Mi hermano Rodrigo hizo la mili, estaba en la mili, en la mili ya le dio un ataque muy fuerte de reuma y le dieron por inútil, pero él estuvo vendiendo conmigo en el mercado, y mi hermana, la más pequeña también, estuvimos los tres, nos decían la parada de los chicos.

Y tuvimos tal éxito que me quedé otra parada al lado, y luego ya terminé teniendo allí una tienda, que ahora cualquiera que vaya al Mercado Central de Valencia, eso ya es un lujo, todas las paradas cerradas, de acero inoxidable, con nuestros mostradores, que yo cuando la vendí me dio pena pero también hay que pensar aquí, he tenido una vida trabajando, he sido feliz, pero ahora viene la otra, que no la tengo que desperdiciar, ni la he desperdiciado, porque he tenido la suerte de tener la mujer más buena del mundo.

¿Y cuántos hijos ha tenido?

Dos hijas, una es maestra, y la otra hizo la carrera de Historia, pero hizo oposiciones y está en el Ministerio de Sanidad de Valencia, tiene un cargo bueno.

¿Juan, volviendo al tema de su hermano Rodrigo, cuando empezó su hermano Rodrigo a escribir?

Cuando ya me dice es que me encuentro muy mal, me duele mucho. Vamos al médico, entonces este le hizo una revisión, y le dice, lo siento mucho Rodrigo pero tienes que ayudarte para andar con muletas, claro se nos cayó el mundo encima. Entonces como el negocio era de los tres, de los solteros, yo le dije, mientras yo pueda trabajar a ti no te preocupes Rodrigo, entonces vivíamos en un tercer piso, él que no podía andar, estuvo tres años leyendo y escribiendo, pero más leyendo, y ya cuando dice que se va a decidir a escribir, dice ve allí a la esquina de… y hay una casa de maquinas de escribir y alquilas una maquina, y le digo no , la compro, compro una máquina de escribir y cuartillas, y empezó a escribir y escribió la novela " Un mundo a cuestas", para mi es la que más me gusta porque todos los personajes son personajes del pueblo que les cambia los nombres, pero le dije Rodrigo no sé cómo has narrado, que fíjate que estoy harto de ver las miergas, las amapolas, la palomilla, las lindes, pero lo leo y parece que las veo más vivas, le digo es que lo vivo me dice como no lo voy a escribir yo si hemos estado ahí, ahí, donde eso, bueno pues había muerto mi hermana Pilar que fue el mazazo más grande, ¿dónde nos apoyamos ahora?, ¿a quién le damos que lea la novela que has escrito que nos diera una opinión?... Bueno pues en el barrio de Monteolivete donde  vivíamos, mi cuñado que tenía mucha amistad con el cura, porque olía a cera, y me dice, oye pues vamos a decírselo al cura, se la llevamos y que la lea él y que de una opinión. Bueno por fin se la llevé, no tenía  parroquia, era una planta baja, era la iglesia y le digo mire ha escrito mi hermano esta novela la quiere mandar al Premio Gabriel Miró, la lee y  le da un repaso y él  la cogió la puso encima de un armario que había en la sacristía y dice bueno luego la leeré. Al pasar un mes me dice mi hermano, vas a ir a recoger la novela, porque la tengo que mandar ya, antes de que se pase el tiempo.¡ Qué sorpresa me llevé que estaba la novela en el mismo sitio!, pero con un dedo de polvo encima. Yo no podía decirle a mi hermano que no la había leído, si le digo eso a mi hermano, si yo me quedé hundido, como se quedaría él si se lo digo, le dije que le había gustado mucho, hay que mentir muchas veces, pero mucho, que le había gustado mucho, que no se preocupase, que era buenísima la novela, que iba a ganar el premio. Bueno,  pues llega y gana el premio. Entonces, coche no tenía casi nadie, había un chico allí que se había hecho muy amigo de mi hermano, que venía a visitarlo y todo, y dice mi padre tiene un taxi, ese día le pido yo el taxi a mi padre y os llevo yo a Alicante sin cobraros nada, y gracias amigo. Pues ¿quién fue el primero que se subió al coche?, fue el cura, lo cuento como anécdota, no quiero que…, pero hasta donde llegan las hipocresías.

¿Y cuándo gana el Premio Planeta?

El Premio Planeta.... estaba yo en Barcelona, estábamos en Valencia toda la familia, menos mi hermana que había muerto.Yo me había ido ese día a Barcelona que íbamos a ver el Valencia que jugaba allí, pero yo sabía que él iba a ganar el premio, y el se vino a Valencia con nosotros ¿Qué año fue? El año 65 y le voy a contar otra anécdota, que a lo mejor no le gusta a la mujer que la cuente, pero la voy a contar: como se vino nada más que con la ropa con la que nos subimos al coche porque íbamos al futbol , nosotros fuimos al futbol que jugaba el Valencia en Sabadell, y él se quedo en Barcelona, y allí tenía yo una cuñada, la hermana de mi mujer, y digo.. pues mira te quedas ahí y cuando vengamos del futbol, un hijo de ella  que me llevó con la moto a Sabadell, cuando vinimos y dice tengo todas las de ganar, dice y ahora que hago yo que me he venido sin ropa, uno de los hijos de mi cuñada, le midió la talla, le sacó camisas, trajes, pantalón, corbata, lo vistió y  le dice ve a recoger el premio que lo vas a ganar, ya les digo que fue así.

Cuando ganó el premio fue un cambio de vida para él muy grande, porque en aquel tiempo no era mucho eran 200000 pesetas, pero ya se compró un piso y se compró un apartamento en Cullera y ya fue cuando empezó a salir con la mujer que hoy es su viuda y se casó y ha tenido dos hijos.

Juan me gustaría mucho que nos hablara usted ahora de los recuerdos que tiene de la guerra, dice usted que tenía 10 años.

Pues de la guerra muy malos, porque los tres hermanos mayores, Dimas Rubio Marqués, que era de otra madre, Crístino Rubio Marqués, Herilberto Rubio Marqués y María Rubio Marqués, esa ha sido el apoyo que hemos tenido los pequeños de los mayores, la hermana mayor es la que se puede decir la que nos vestía, nos calzaba cuando éramos pequeños. Crístino era un pedazo de pan, y para mí era mi ídolo, mi ídolo, yo quería ser como él, y cuando vino un chico, que llegó con una moto y le trajo a mi padre la cartera, el reloj, las fotos, yo era un niño con 11 años, pero yo lloraba, como estoy llorando ahora, con lo que lo quería, era una persona que yo me miraba en él.

¿Y el Montalvos, en Montalvos hubo frente o…?

El Montalvos era todo una familia, porque yo todos los hombres que eran de la edad de mi padre para mi eran tíos, el tío cinco duros, el tío Pedro Roso, todos eran tíos, porque es que eran familia, allí es que no se quedaban unas familias sin comer si las otras tenían comida, era un pueblo pequeño, pero para mí el pueblo, mira si es, que he hecho una poesía de mi pueblo, que me da satisfacción cada vez que me digo¿ cómo es posible que me haya salido tan bien ? porque siento el pueblo. Le dije a uno de mi pueblo que no quiero saber ni el nombre, ni decir el nombre, ni la familia, porque esto es muy duro, dice... yo a mi el pueblo para qué, a mi el pueblo yo lo tengo olvidado, le digo.... pues mira, tú eres un árbol que le han cortado las raíces, y a un árbol cuando le cortan las raíces ya no echa hojas, ni da sombra, ni es un árbol, ni es una persona, es un objeto muerto, y tu si has renunciado a tus raíces, tu eres nada, eres una hoja en blanco, así se lo dije. Digo yo porque voy a renunciar a mi pueblo si he nacido allí.

¿Y la posguerra, como se vivió la posguerra?

La posguerra, la vivimos sin miserias, porque teníamos trigo, te venían, pero escondías harina, haciendo trampas, te voy a decir una de las trampas que hacía, para tener el aceite que no te lo requisaran, los cajones aquellos grandes que había del tabaco, teníamos un patio muy grande, entonces abajo poníamos las orzas con el aceite, ponías el cajón lo forrabas con saco, ponías macetas, y allí tenías los vergeles, usted entraba que esto está tomado de macetas, y allí estaba el aceite escondido, y en el sótano, en las tinajas se guardaba el orujo para la comida de los cerdos, pero en vez de guardar el orujo por los agujeros de las tinajas, ponías el escobajo de las uvas que saliera por ahí, pero luego ahí dentro se guardaba la harina, entonces arriba ponías orujo donde estaba guardada la harina, eso son secretos de la posguerra, entonces no se pasaba hambre, y luego sembrabas patatas, y eso no te lo podían quitar.

¿Hubo represalias?

No, un pueblo muy pequeño se puede decir que casi todos eran familia, siempre se destaca algún caciquillo de esos que quiere, que vamos que tienen la cabeza vacía, pero que quieren figurar, porque el que tiene conocimiento, si metían a uno en la cárcel si no era primo hermano era primo segundo y así eran la familia en el pueblo. A mi hermana le tenían mucha envidia porque tenía mucha cultura dentro de ella y para fastidiar a mi hermana metieron a mi madre ocho días en la cárcel, porque cuando quemaron los santos fue a coger un niño pequeñito que había para que no lo quemaran ,se lo guardó para llevárselo a casa, entonces dijeron, la vimos como quemaba los santos y era por represalia a mi hermana, pero mi hermana, el marido de mi hermana, que tenía un tío que era de los que mandaban, entonces, no se atrevían a pelar a mi hermana que la querían pelar y darle el aceite ricino, pero no se atrevieron porque el marido era sobrino de uno de los que más mandaban dentro del pueblo y la respetaron por eso, pero para vengarse mandaron ocho días a su madre en la cárcel para que sufran, que no había hecho nada, así que esa es la posguerra, pero luego después todo se va calmando y todo viene el agua a su cauce.

 Entonces toda esa familia de la que hablaba, la de  los pastores, la familia de los Abarcas que he escrito otra cosa que se llamaba" Apodos" que ignoran nombres, yo me he venido del pueblo sin saber cómo se llamaban tres personas, uno que le decían Tres Chavos y otro que le decían el Faril, no sé los nombres, porque se les nombraba por el apodo, entonces quiero decir que era un pueblo, que yo llego y ahora por ejemplo yo me voy a  encontrar con los nietos de mis amigos de la cuadrilla, el que es alcalde, nieto de mi amigo Federico, los tengo en Facebook a toda la gente joven de mi pueblo los tengo conmigo, están deseando conocerme, dicen queremos saber ese señor que tiene tantos años que se han muerto todos los abuelos y dice que el escribía aquí en internet y mira todas las poesías que nos manda, cuando mandé la del pueblo más de trescientos tuvo, que era fabuloso¡

Bueno veo que está usted puesto en tecnologías, ¿Es que le gustan las tecnologías?

Lo que pasa es que un señor me dijo, oiga usted emplea la técnica, y le digo a mi no me diga de técnicas que yo cogí ... hicimos, es que esto es otra anécdota, hicimos un carnaval en el año 44, había venido uno del campo que dijo, mira lo que he comprado a unos gitanos y sabéis lo que me ha costado, 10 pesetas, 2 duros, un burro precioso, lo habrían robado, y aquel dijo te vendo el burro, y dice joder y cuanto quieres, 20 duros, como no quieras estas 10 pesetas que llevo para tabaco, y se las cogieron y le dieron el burro, digo… pues no habrán tardado en ir a robarlo seguro, bueno pues dijimos, porque no hacemos una comparsa, y hacemos unas canciones y salimos con el burro. Lo vestimos de general con una gorra de plato, con gafas, con corbata, le pusimos sus guantes, y luego las canciones fueron a modo de:" aquí tienes el borrico que viene de buena raza, parece un poco corto de vista por eso lleva gafas, cuando sale de paseo presume más que una lata, siempre se le ponen los guantes y no se olvida la corbata". Bueno así un montón de…. hasta "con mi burro me marcho para la otra esquina, llevo de obsequio caramelos para los niños y botas de vino con sardinas salás para los mayores". Entonces viene el alguacil cuando se estaba terminando la comparsa y dijo “se para la comparsa”, que era la autoridad, entonces toda la gente que venía detrás lo quería linchar, pero luego llegó el alcalde para acabarlo de arreglar, y nos metió en el calabozo que había en el lugar. No sé si llegamos a entrar, porque antes de meternos en el calabozo iban a poner un transformador de luz, de dos metros por dos y allí nos querían meter a toda la comparsa y al burro, y no íbamos a caber todos, entonces la mujer del alcalde se quitó la zapatilla y dijo como metas a estos chicos en el calabozo tu no entras a casa, y toda la gente se tiró, que tuvo que hacer como que no sabía nada y se hizo la comparsa, porque el señor que tenía el casino, el baile, si encierras a estos chicos se ha acabado la fiesta del carnaval, nos fastidias a todos, entonces la gente empezó a decir el alcalde al calabozo y los chicos a la calle, la única manifestación que he contado y se lo he dedicado a mis nietos y lo he escrito todo en verso y nombrando, y digo" si quieren saber señores como se llama el borrico, Eladio, Pepe y Eloy, Juan, José, Emilio y Patricio, Juan, Antonio, Bernabé, Federico y Martinete, y también va Sebastián y a mí el amigo Juanete, porque como había tantos Juanes en el pueblo a mi me toco un Juanete, o Juanete el de Ventura porque había otro Juanete.

Para terminar me gustaría hacerle un par de preguntas. ¿Cuál es el mejor recuerdo de su pueblo?

Lo que más recuerdo del pueblo es la Romería a la Cruz de San Marcos, que está...a un kilómetro no está, que se lleva el Santo a un lugar, que decía mi padre que tenía mucho terreno y que luego iba menguando el terreno, los que vivían al lado le iban robando al Santo el terreno, ahora por suerte o por desgracia han hecho una explanada, han puesto árboles, han puesto bancos, han puesto mesas, han hecho un cobijo para si llueve se puedan meter, porque iba a verlo cuando las fiestas y se hacían los rollos de San Marcos y las magdalenas aquellas que hacían el molde con el papel de barba que estaba más bueno lo que se quedaba pegado en el papel que la magdalena, lo cuento como anécdota, bueno pues ahora ya llevan los rollos y las magdalenas, pero además fiambreras de comida de toda clases, es lo que siempre echaba de menos. Cuando llega ese día, me acuerdo que estaba con mi mujer que éramos novios y escribí una poesía: "hoy es el día de San Marcos y me estoy acordando yo, le dije a mi mujer, no tengas celos porque estando tu a mi lado ni hay San Marcos ni hay nadie, pero no te enfades, y estas fiestas las recuerdo mucho, porque es la única que he vivido entonces, ahora ya después he vivido más.

Y por último Juan ¿Qué consejo le daría usted a los jóvenes, con toda la trayectoria de vida que usted tiene, que consejo les daría?

Yo lo que más le diría a los jóvenes es que no sean falsos, por ejemplo que las personas que hables con ellas que sea él el que hable, no sea una persona ficticia, porque eso es muy importante, ya os digo la peña de amigos que hemos sido nosotros, nos hemos contado muy secretas, y están secretas hasta que nos muramos, eso es muy importante en amigos, en familiares y en todas las personas. Yo he vivido en Valencia, era de aquí de Albacete, pero he puesto Albacete en su sitio, porque un día eso me lo preguntaron, que nos invitaron, y estábamos en Francia, en un castillo que nos invitaron a cenar, estábamos en una mesa redonda y dije aquí yo no conozco al de enfrente ni al de al lado.Habíamos ido de cada región una persona, porque yo era presidente de una cooperativa y la cooperativa nuestra había vendido más de ese producto el que más habíamos vendido en Valencia, entonces me tocó ir a mí en representación, y mi señora, como presidente. Iban de León, Canarias, Andalucía, y en la mesa que estábamos nosotros éramos ocho, cuatro matrimonios, y me levanto y digo, me llaman, porque esa es otra, yo nunca llamo a mí los demás me llaman, me llamo Juan Rubio Puertas, entonces me presenté y mi esposa Pilar Giles, vivo en Valencia, pero soy de Albacete, ¡eh! que conste que yo no renuncio a mis raíces, hablando de eso, se levanta el señor de al lado, y me dice, me ha ganado usted la vez, yo me llamo Fernando Orlando, era de la fabrica Orlando la que nos invitó a ese viaje, entonces me dice: usted acaba de decirme que es de Albacete y se llama Juan Rubio, y dice, yo conozco de Albacete a un Rubio y se llama Rodrigo Rubio no lo conocerá usted, y yo me hice un poquito el despistado y digo, bueno Albacete ya no es un pueblo, si no me da más señales, alguna cosa rara que notara en él que no fuera normal, dice: iba en muletas, dice estaba yo en el juzgado cuando ganó el premio Guipúzcoa, y entonces dice ¿ no será usted hermano?, digo no, él es hermano mío porque yo nací antes, y ahí se acaba la anécdota.

 

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